Mil palabras

Hablamos de mil palabras, recuerdo que dijo mientras termino de ducharme, vestirme y sentarme a escribir contando cosas de otro como si fuera sobre mí. ¿Cuánto tiempo necesito para contar qué y con cuántas palabras? En realidad, mil palabras son pocas, muy pocas palabras, pero conseguir una frase y elevarla a un párrafo, a una historia que funcione, eso es ya más complicado.

Anoto superíndices en mi cuaderno al cabo de unas pocas frases, y la hora en mi memoria, para ver qué puedo ser capaz de hacer y en cuánto tiempo, es solo un ejercicio y lo que cuenta son las palabras, que sean mil y que pueda leerse sin abochornarse. Pero avanzo lento, avanzo, aunque despacio, y cuando llego a entender mi propia letra porque la prisa, que lamento, vuelve ilegible mi escritura manuscrita y lenta, desquiciante, exigente, mi postrera escritura mecanográfica.

Como cuando hablo de leer (me viene Murakami a la memoria) ¿de qué hablo cuando hablo de leer? Igual que no sé cuánto tiempo podría necesitar para escribir quién sabe qué o sobre qué cosa, tampoco sé, porque me surgen dudas a cada instante me atrevería a decir, sobre qué libro leer.

Ni mil palabras, ni el silencio, concluyo, mientras escucho una voz rota que me distrae, que no entiendo.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Web construida con WordPress.com.

Subir ↑